Por Bilha Elizabeth Girón
A 4 años de
fundación de Comunidad Cristiana San Salvador, y siendo consciente de lo mucho
que me falta por recorrer, quiero compartir unas breves lecciones que he
aprendido en el transcurso del ministerio.
1. Cuando el ministerio
viene de Dios, es él quien respalda todos los planes y proyectos, y contra todo
pronóstico, aún en las crisis económicas, sociales o morales, es su Espíritu Santo
quien convence de pecado, quien sana, salva, fortalece, consuela y provee lo
necesario para el mantenimiento de su obra y de los santos.
2. Cuando el
ministerio viene de Dios no hay batalla que lo detenga. Los pastores, el cuerpo oficial y los líderes
como humanos que son atraviesan por luchas que en muchas ocasiones no
conocemos. Estas luchas se traducen al plano espiritual o quizás económico.
Algunos sufren quebrantamientos físicos, otros, problemas familiares. Pero he
sido testigo de que mis hermanos en la fe han sabido soportar esas pruebas y
seguir obedeciendo la voz de Dios, sirviéndole con el corazón.
3. La edad no
debe ser obstáculo para cumplir el propósito de Dios. He visto jóvenes tomar la batuta en los
diferentes ministerios de la iglesia, he visto adultos mayores retomar sus
sueños de servir a Dios a través de su experiencia. Los niños de Chiqui Vida han
encontrado en la amistad el sentido de comunión bajo el modelo cristiano.
Tenemos un pastor joven a quien Dios escogió y respalda en cada servicio,
visita o consejería. La edad no determina la forma en que Dios nos puede usar.
4. El ministerio
es para honrar a Dios y servir a la congregación. Tal y como lo hacían los primeros cristianos
que compartían y cuidaban de los necesitados, así mismo la iglesia hoy en día
debe seguir velando por que aquellos que tienen necesidad puedan sentirse
acompañados en sus tribulaciones. No solamente orando e intercediendo por
ellos, sino que también proveyendo en la medida de lo posible a su necesidad.
Las personas tienen hambre de palabra de Dios, pero si alguien tiene hambre
física, démosle también de comer. De Dios viene la recompensa y todo lo que
sembramos, eso cosechamos.
5. El ministerio
no sirve al ojo humano. Aunque es muy bueno tener las mejores instalaciones, el
mejor sonido o una organización y administración adecuada; ese no es el fin de
la iglesia. La sana doctrina apegada a los principios Cristo céntricos hace que
la congregación crezca espiritualmente y ésta, en gratitud aporta para mantener
la obra. Lo físico es el fruto de lo espiritual. Busquemos siempre el reino de
Dios y su justicia, lo demás viene por añadidura.
Y finalmente,
aunque el llamado es personal, el ministerio es de Cristo, no del pastor. La
mirada de la congregación debe estar sobre Jesús. Pastores van y vienen, los
lideres se mudan de iglesia, algunos son retados a otros territorios como las
misiones o a liderar una nueva obra, pero la iglesia debe continuar cumpliendo
su llamado. Todos debemos recordar que aquel que comenzó en nosotros la buena
obra, que es Jesús, la va a completar hasta el día que él regrese por nosotros.
Amémonos unos a otros, pero con la mirada en Jesucristo.
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