miércoles, 21 de abril de 2021

LA IGLESIA Y LA DEFENSA DE LA VIDA.

 En los últimos años, al hacer una observación objetiva de la realidad social, nos damos cuenta de que los tiempos están cambiando a pasos agigantados.  Y los cambios en la iglesia no son la excepción. Como cuerpo de Cristo nos hemos visto forzados a presentar el mensaje de salvación de las formas más variadas, a través de la música, el evangelismo, los estudios bíblicos, entre otros; adaptándonos al cambio. Y en el mejor de los casos, sin cambiar la esencia del mensaje: la necesidad de salvación a través de Cristo Jesús.

Ante lo anterior, debemos preguntarnos lo siguiente: ¿Cuál es el nivel de influencia que están teniendo sobre la iglesia esos cambios? Es más, considero valido preguntar, ¿Está la iglesia consciente de esos cambios?

Hablemos de manera más específica, me refiero puntualmente a los cambios de carácter moral. No es necesario profundizar mucho para concluir que aquello que era moralmente incorrecto hace algunos años, parece ser que después de todo no es tan malo. O quizás se ha normalizado esa idea tan peligrosa de “El fin justifica los medios” o “Eso es relativo… Depende de...”.  Me he encontrado muy a menudo ante algo que no deja de parecer angustioso y es el silencio de los cristianos ante problemáticas específicas, ante situaciones reales que están sucediendo frente a nuestros ojos, alrededor del mundo, en nuestra nación. Eso que años atrás hubiera provocado un celo por defender la verdad, la integridad, lo puro, lo santo en nuestra forma de pensar, en nuestra vida y la de los demás y que en la actualidad no representa una batalla que algunos quieran pelear.

Hace poco más de dos meses, mientras hacía fila para pagar en un reconocido banco, una señora me preguntó por mi pañuelo celeste. Ella creyó que mi pañuelo era parte de mi afinidad política partidaria con la que ella se sentía muy identificada. Le expliqué que no, que no pertenecía a ningún partido político, que era un símbolo de posicionarme como “Provida”; a favor de la vida de la madre y el hijo, más puntualmente, en contra del aborto voluntario. (Ya hablaremos en otra ocasión sobre el tema de la causa Provida, su significado, alcances y acciones) La señora me expresó que estaba de acuerdo conmigo porque “Solo Dios da la vida y solo Él la puede quitar.”

No puedo negar que me generó alivio que la señora se expresara de esa forma, sin embargo, sentí preocupación porque tal frase se ha vuelto una especie de mantra entre los cristianos y no cristianos. El tema del aborto se ha vuelto muy “de moda” en el mundo secular y no precisamente por los medios cristianos, refiriéndome a esos medios como la iglesia, los servicios dominicales, las células en las casas, las conversaciones entre amigos o quizás hasta la prensa y la televisión autodenominada cristiana. Al contrario, ha sido el lobby abortista financiado por multinacionales y multimillonarios quien esta haciendo ruido con el tema de la legalización o despenalización del aborto tanto en el continente americano como en El Salvador. En este punto yo me pregunto también: ¿Está la iglesia sabedora de eso?, ¿Cómo responde la iglesia ante esa presión? ¿Está preparada la iglesia para abordar el tema? ¿Está la iglesia dispuesta a reaccionar preventivamente ante esos cambios de paradigma en la cuestión moral relativa al tema del aborto?

La palabra de Dios nos dice en el libro de Romanos 12:2 “No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” Todo cristiano expresa saber diferenciar entre el bien y el mal, lo bueno y el pecado, los frutos de la carne y los frutos del espíritu.  Si usted es cristiano le animo a reflexionar sobre esto: ¿Es usted un cristiano como la señora de la fila del banco? Esos tantos que al preguntar si están a favor o en contra del aborto responden con la misma frase “Solo Dios da la vida y solo él la puede quitar”. Que si bien es cierto que es una frase que se encuentra en las escrituras con un contexto específico, no es suficiente para los simpatizantes y promotores del aborto voluntario quienes relativizan el tema moral e incluso niegan la autoridad de Dios en nuestra existencia humana y muchos de ellos niegan al mismo Dios.

Es necesario y urgente que la iglesia pierda el miedo a hablar, que salga de su zona de confort, que estudie, que no se conforme a este mundo y que busque renovar su entendimiento, porque si la iglesia tiene una idea de la voluntad de Dios y sus mandamientos, debe de estar dispuesta a predicarla y defenderla aún en aquellos temas en los que encontrará una enorme oposición en sus círculos más cercanos, en la familia y con amigos.

Le animo a formarse en el tema de la defensa de la vida, a identificar la trampa del enemigo, a reconocer la ideología de muerte que se está instaurando en nuestra sociedad, a conocer el drama detrás del aborto provocado voluntariamente donde siempre hay dos víctimas principales: el bebé por nacer y la mujer.  Le animo a defender la verdad y hacerlo con misericordia, no olvidando que esto se trata de una lucha espiritual que tiene que ver con dónde pasaremos la eternidad. Y finalmente le aliento a actuar con acciones concretas apoyando a aquellas mujeres que se encuentran en situación de embarazo de riesgo, a apoyar a esa niñez que se encuentra a su alrededor y que necesita del evangelio hablado y accionado.

¡Defendamos la vida!

Licda. Bilha Elizabeth Girón 

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