En los últimos años, al hacer una observación objetiva de la realidad social, nos damos cuenta de que los tiempos están cambiando a pasos agigantados. Y los cambios en la iglesia no son la excepción. Como cuerpo de Cristo nos hemos visto forzados a presentar el mensaje de salvación de las formas más variadas, a través de la música, el evangelismo, los estudios bíblicos, entre otros; adaptándonos al cambio. Y en el mejor de los casos, sin cambiar la esencia del mensaje: la necesidad de salvación a través de Cristo Jesús.
Ante lo anterior, debemos preguntarnos lo siguiente: ¿Cuál es el nivel de influencia que están teniendo
sobre la iglesia esos cambios? Es más, considero valido preguntar, ¿Está la
iglesia consciente de esos cambios?
Hablemos de
manera más específica, me refiero puntualmente a los cambios de carácter moral.
No es necesario profundizar mucho para concluir que aquello que era moralmente
incorrecto hace algunos años, parece ser que después de todo no es tan malo. O
quizás se ha normalizado esa idea tan peligrosa de “El fin justifica los
medios” o “Eso es relativo… Depende de...”. Me he encontrado muy a menudo ante algo que no
deja de parecer angustioso y es el silencio de los cristianos ante
problemáticas específicas, ante situaciones reales que están sucediendo frente
a nuestros ojos, alrededor del mundo, en nuestra nación. Eso que años atrás
hubiera provocado un celo por defender la verdad, la integridad, lo puro, lo
santo en nuestra forma de pensar, en nuestra vida y la de los demás y que en la
actualidad no representa una batalla que algunos quieran pelear.
Hace poco más de
dos meses, mientras hacía fila para pagar en un reconocido banco, una señora me
preguntó por mi pañuelo celeste. Ella creyó que mi pañuelo era parte de mi
afinidad política partidaria con la que ella se sentía muy identificada. Le
expliqué que no, que no pertenecía a ningún partido político, que era un símbolo de
posicionarme como “Provida”; a favor de la vida de la madre y el hijo, más
puntualmente, en contra del aborto voluntario. (Ya hablaremos en otra ocasión
sobre el tema de la causa Provida, su significado, alcances y acciones) La
señora me expresó que estaba de acuerdo conmigo porque “Solo Dios da la vida y
solo Él la puede quitar.”
No puedo negar
que me generó alivio que la señora se expresara de esa forma, sin embargo,
sentí preocupación porque tal frase se ha vuelto una especie de mantra entre
los cristianos y no cristianos. El tema del aborto se ha vuelto muy “de moda” en el mundo secular y no precisamente por los medios cristianos, refiriéndome a
esos medios como la iglesia, los servicios dominicales, las células en las
casas, las conversaciones entre amigos o quizás hasta la prensa y la televisión
autodenominada cristiana. Al contrario, ha sido el lobby abortista financiado
por multinacionales y multimillonarios quien esta haciendo ruido con el tema de
la legalización o despenalización del aborto tanto en el continente americano
como en El Salvador. En este punto yo me pregunto también: ¿Está la iglesia
sabedora de eso?, ¿Cómo responde la iglesia ante esa presión? ¿Está preparada la
iglesia para abordar el tema? ¿Está la iglesia dispuesta a reaccionar
preventivamente ante esos cambios de paradigma en la cuestión moral relativa al
tema del aborto?
La palabra de
Dios nos dice en el libro de Romanos 12:2 “No se conformen a este mundo; más
bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que
comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” Todo
cristiano expresa saber diferenciar entre el bien y el mal, lo bueno y el
pecado, los frutos de la carne y los frutos del espíritu. Si usted es cristiano le animo a reflexionar
sobre esto: ¿Es usted un cristiano como la señora de la fila del banco? Esos
tantos que al preguntar si están a favor o en contra del aborto responden con
la misma frase “Solo Dios da la vida y solo él la puede quitar”. Que si bien es
cierto que es una frase que se encuentra en las escrituras con un contexto
específico, no es suficiente para los simpatizantes y promotores del aborto
voluntario quienes relativizan el tema moral e incluso niegan la autoridad de
Dios en nuestra existencia humana y muchos de ellos niegan al mismo Dios.
Es necesario y
urgente que la iglesia pierda el miedo a hablar, que salga de su zona de
confort, que estudie, que no se conforme a este mundo y que busque renovar su entendimiento,
porque si la iglesia tiene una idea de la voluntad de Dios y sus mandamientos,
debe de estar dispuesta a predicarla y defenderla aún en aquellos temas en los
que encontrará una enorme oposición en sus círculos más cercanos, en la
familia y con amigos.
Le animo a
formarse en el tema de la defensa de la vida, a identificar la trampa del enemigo,
a reconocer la ideología de muerte que se está instaurando en nuestra sociedad,
a conocer el drama detrás del aborto provocado voluntariamente donde siempre
hay dos víctimas principales: el bebé por nacer y la mujer. Le animo a defender la verdad y hacerlo con
misericordia, no olvidando que esto se trata de una lucha espiritual que tiene
que ver con dónde pasaremos la eternidad. Y finalmente le aliento a actuar
con acciones concretas apoyando a aquellas mujeres que se encuentran en
situación de embarazo de riesgo, a apoyar a esa niñez que se encuentra a su
alrededor y que necesita del evangelio hablado y accionado.
¡Defendamos la
vida!
Licda. Bilha Elizabeth Girón
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