Ser mamá es tener aventuras todos los días, descubrir y aprender cosas que no sabíamos que podíamos hacerlas. Muchas veces cuestionamos nuestra maternidad y pensamos: “¿será que lo estoy haciendo bien?”, “¿Será que podré hacerlo sola sin ayuda de nadie?” Muchas preguntas llegan en ese momento, pero poco a poco, los miedos desaparecen y aprendemos de nuestros errores que nos han hecho más fuertes. Y nos damos cuenta que ¡Lo estamos logrando!
Ser mamá no es una tarea fácil, hay desvelos, nos
enfermamos, nos fatigamos, algunas llegamos de nuestros trabajos fuera de casa
y nos ponemos en el rol de mamá y es allí donde nos convertimos en heroínas
para nuestros hijos e hijas. El trabajo de mamá es 24/7; somos maestras, enfermeras,
psicólogas, chef, etc. Y eso nos hace únicas y especiales.
Yo soy madre primeriza y apenas con casi 8 años de
serlo, sigo aprendiendo. Mi hija me ha enseñado a sonreír hasta en los peores
momentos, ella hace que todo a mi alrededor brille, con un beso o un “te amo
mami” derrite mi corazón.
¡Qué bueno que no existe un manual de cómo ser mamá!,
aprendemos a serlo cuando tenemos a nuestros hijos en los brazos por primera
vez, cuando escuchamos su llanto el instinto maternal sale a flote y es allí donde
nos convertimos en madres.
Dios nos regaló un don tan especial e invaluable que
requiere de mucha paciencia, sabiduría y discernimiento del Espíritu Santo. Llevar
de la mano a otro ser no es tarea fácil pero tampoco es imposible si estamos
tomadas de la mano de Dios. Por eso siempre digo que la maternidad es una
aventura, porque no sabemos a lo que nos enfrentamos hasta que nos convertimos
en mamá. Pero de algo estoy segura, y es que si hemos llegado hasta acá ha sido
porque Dios nos eligió a usted y a mí para ser los brazos, manos, hombros y pies
de Dios en la tierra para guiar y amar incondicionalmente a nuestros hijos e
hijas.
Nuestra labor no termina, no importa la edad que nuestros
hijos tengan ellos siempre serán el motivo para seguir adelante. Emma, mi hija,
lo es para mí y esa es mi mayor satisfacción. Vivir cada etapa con ella me
emociona y eso me hace mejor cada día. Siempre estaré agradecida con Dios por
darme la oportunidad de ser madre de una persona tan especial en mi vida como
Emma Victoria.
Probablemente usted ya tenga hijos adolescentes o es
abuela o mamá primeriza como yo, pero le animo a seguir adelante siendo lo que es:
una excelente madre. Pidamos a Dios cada día mucha sabiduría y discernimiento
de su Espíritu Santo, para amar como Dios nos ama y perdonar como solo Él lo
hace. No somos mamitas perfectas, pero si nos tomamos de la mano de Dios y
dejamos que Él guie nuestra maternidad sabremos que lo estamos logrando.
¡Usted lo está haciendo bien!
Muchas mujeres hicieron el bien; más tu sobrepasas a todas¨ Proverbios 31: 29.
Hna. Susan Girón
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