miércoles, 16 de junio de 2021

LA PATERNIDAD CRISTIANA

 Por Hno. Vladimir Portillo (Co-pastor de CCSS)

Hablar de paternidad cristiana tiene que ver con todas las etapas de vida de un hombre. Un hombre con principios Cristo céntricos, desde la soltería debe de orar por su cónyuge y por la descendencia que Dios le dará. Desde joven debe de entender que los hijos son un regalo y un privilegio que Jehová nos da.
                                           
                   Los hijos que tenemos son un regalo de Dios.…  Salmo 127:3 TLA

Hay tres principios que como hombre he aplicado ante el privilegio de ser padre  y que todos debemos aplicar en nuestra paternidad:
  1. Amar a nuestros hijos por igual

El amor es una unión no material sino espiritual. No se trata solo de demostraciones físicas, sino afectivas y emocionales. El amor implica tener hacia el prójimo actitudes de comprensión, respeto, ternura y compromiso. Ese vínculo que  tengo con mis hijas me da cada día una energía de seguir adelante en todo lo que emprendo a diario.

En la Biblia, encontramos en el pasaje referido a la hija de Jairo (Mt. 9.18-26; Lc. 8.40-56); un ejemplo del amor de un padre. A él no le importó lo que podrían pensar o decir los que sabían la posición que tenía en la sinagoga, él solo tenía la fe de que Jesús sanaría a su hija. Me pongo a pensar en cómo se sintió al recibir la noticia de que su hija de doce años había muerto y aun más al escuchar las palabras “¿para que molestan más al maestro?”. Sin embargo, a pesar de la mala noticia él tenía fe en que Jesús podía hacer el milagro. Estoy seguro que era tan grande el amor hacia su hija que su fe no la perdió y Dios honró esa fe cuando Jesús realizó el milagro en la niña. 

  1. Ser su proveedor:  1° Timoteo 5:8 “Si alguno no mantiene a su familia, particularmente a los de su propio hogar, niega la fe y es peor que el que no cree en Dios” (PDT).

Siempre he pensado y lo he hecho un principio de vida, que tenemos la responsabilidad relacionada con la provisión de una vivienda, el alimento, la medicina, estudios, el transporte, la diversión, la protección, etc. Aun y cuando tengamos limitaciones financieras hemos adaptado nuestro presupuesto familiar con mi esposa para cubrir las distintas necesidades que se les presenten a nuestras hijas.

  1. Ser su mentor en los aspectos espirituales:

Si Dios me ha dado el privilegio de ser padre, es para que yo sea su mentor en su vida espiritual, dice la palabra del Señor: "Educa a tu hijo desde niño, y aun cuando llegue a viejo seguirá tus enseñanzas". Proverbios 22:6 TLA

También en Deuteronomio 6:1-9, la palabra de Dios nos confronta con la responsabilidad de ser un guía en el desarrollo espiritual de nuestros hijos. En mi caso, he tratado que desde niñas, mis hijas puedan observar a un padre comprometido con la iglesia y con el servicio al prójimo. En diciembre del año pasado una de mis hijas se ganó una canasta navideña y lo que hizo fue preguntarnos a quién podíamos bendecir con ese regalo. Al escuchar esto mi esposa y yo nos sentimos satisfechos de saber que la palabra de Dios está moldeando en ella el amor hacia el necesitado.

Como padre mentor debo de enseñar todos los principios cristianos y formar en ellas valores de respeto, responsabilidad, amor hacia nuestro Señor y sobre todo a ayudar a nuestro prójimo no importando quién sea.

Deuteronomio 24:15 “Pero, si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor” (NVI).

Padres, procuremos poner en práctica estos principios, que nuestros hijos tengan en nosotros un ejemplo a seguir. Yo tuve la oportunidad de observar en mi padre terrenal (fallecido en mi infancia) que, a pesar de sus múltiples ocupaciones, siempre tuvo tiempo para compartir con sus hijos. Recuerdo los fines de semana que abordábamos el tren para ir a la cuidad de Quezaltepeque a jugar en un parque, comer pupusas, conversar un rato y luego retornar a nuestra vivienda en Ciudad Delgado. Pude ver con esas actitudes a un padre esforzado, con valores y principios y luchando por ser el mejor padre para sus hijos, lo cual agradezco y trato de imitar. Reconozco que cada día Dios trata conmigo y me ayuda a cumplir con esta gran responsabilidad de ser padre y ser ejemplo a mi descendencia, porque quiero que también mis hijas tengan esos recuerdos y enseñanzas de su padre.

Hoy es un buen día para pedirle a Dios por cada padre cristiano y no cristiano. Como padres, les invito a buscar la ayuda de Dios y a hacer el papel que nos corresponde con el cual podemos hacer un mundo diferente para nuestras generaciones.


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